
Hemos dejado nuestra herencia religiosa y sus prejuicios morales en favor de la Torah como única autoridad. No pretendemos imponer ninguna creencia, sino despertar la inquietud por conocer las verdades bíblicas, el análisis y la introspección sinceras. No juzgamos a nada ni a nadie, pues creemos que esta es la persona en quien más podemos influir: Yo.
Hemos observado el mundo y notamos que venimos de diferentes contextos religiosos y culturales, así que entendemos que tenemos perspectivas diversas y las respetamos a todas. Amamos con todo el corazón a nuestros hermanos judíos de quienes decidimos aprender aprovechando milenios de discusiones y sabiduría acumulada.
No pretendemos imponer la Torah a todo el mundo, sino que reconocemos que fue dada a un solo pueblo que hoy por voluntad y decisión propia está retomando una herencia que perdió hace 2,700 años.
No somos cristianos ni somos judíos, somos Efraín que regresa al Israel de las doce tribus.